Un día.
Un día dejarás de tener el poder de cegarme de niebla
tu confusión y la mía dejarán de ser tango sin compás
correré en el mar, no en…
Un día el lugar dejará de ser ese lugar que no encuentro
ese día acaso no importe el dónde
y pueda parar de buscar, buscar, buscar.
Un día el origen del miedo mostrará sus fauces puntiagudas y afiladas
las arrancaré de raíz a pesar del temblor en mi brazo.
Un día despegar no será necesidad, sólo pasatiempo
quizá ese día logre también viajar sin equipaje.
Un día el futuro dejará de pesarme en la espalda.
Un día lograré volver a la ciudad del abismo
le pondré otro nombre
el vaivén de la marea no arrancará mi huella de la arena
miraré de nuevo la puesta del sol
un día descubriré -por fin- el rayo verde en el horizonte.
Un día dejaré de esconderme detrás de la luna.
Un día, no sé cuándo, pero un día
la espuma dejará de ser el rastro de una popa llena de nostalgia
y
me sostendré de pie, en la proa, dejando que el viento me despeine.
Un día podremos decir que los sueños no son sueños y que podemos hacerlos realidad solamente abriendo los ojos
Sí… Gracias Bestasalvaxe… un abrazo cálido lleno de fe.
«Un día el lugar dejará de ser ese lugar que no encuentro», me encanto. Saludos.
Muchas gracias Paola. Un abrazo lleno de cariño.
Precioso! Felicidades
Muchísimas gracias Juan.
A ti por compartir
muy bonito
Gracias Bruno 🙂
Un día atesora toda la esperanza que colocas en la poesía. Corre en todas las superficies, Zuri. ¿No lo hace el río en su lecho? 😉
Besos desde el país austral.
Verónica linda… creo que has mencionado la palabra clave: la esperanza. Muchas gracias, amiga.