Y ahí estás
de nuevo acaparando la belleza que se filtra esta noche
donde al fin respiro augurios de dorado resplandor
como tu luz hoy
que me recuerda
quién soy
por ejemplo
cuando te veo y sólo quiero escribirte
y decirte
preciosa
mi preciosa
mía
y también lo soy.
Mes: agosto 2015
Mi «no»
El mío no fue un «no» firme, fuerte, rotundo, contundente, decidido, inquebrantable.
El mío fue un «no» temeroso, sensible, tembloroso, inseguro, rasgado, a voz baja.
Mi «no» nació de mi duda. Caminó en cuerda floja hasta sostenerse de la rama más débil del árbol. Tu indiferencia lo llevó al habla; tu desamor lo hizo gritar aullidos ahogados de impotencia. Mi «no» es un «no» que siente morirse en llamas.
Mi «no» se intimida ante todos tus vaivenes
ante el momento en que decidas liberar tu «sí» valiente
Mi «no» tiene miedo de caer rendido una vez más bajo el hechizo de tus síes sabor mediterráneo
porque mis noes se creen de cristal, delgado, quebradizo
se cuestionan, sufren, casi se arrepienten.
Y sin embargo…
a pesar de su fragilidad, mi «no» se manifiesta
y sigue adelante.
In pain
Una vez y otra vez y otra más recogí mis pedazos rotos y logré reconstruirlos. Hoy he vuelto a despegarme. Me quiebro. La piel se me cae en trozos. Mis ojos se desangran. De nuevo la punzada en la boca del estómago. Los músculos contenidos para no gritar. Me falta el aire. Asfixia. Quiero correr al glaciar más cercano. Acaso el hielo me congele el dolor…
porque la luna no puede llevárselo
ni los míos
ni los tuyos
ni esta música
ni el vino
ni el cuadro que me conmovió el alma
ni esa película italiana
ni el viaje
ni el árbol
ni el mar
ni la lluvia
ni el rayo
ni un sueño
ni el azul
ni el rojo
ni el escribir…
¿Cuándo?
Un día.
Un día dejarás de tener el poder de cegarme de niebla
tu confusión y la mía dejarán de ser tango sin compás
correré en el mar, no en…
Un día el lugar dejará de ser ese lugar que no encuentro
ese día acaso no importe el dónde
y pueda parar de buscar, buscar, buscar.
Un día el origen del miedo mostrará sus fauces puntiagudas y afiladas
las arrancaré de raíz a pesar del temblor en mi brazo.
Un día despegar no será necesidad, sólo pasatiempo
quizá ese día logre también viajar sin equipaje.
Un día el futuro dejará de pesarme en la espalda.
Un día lograré volver a la ciudad del abismo
le pondré otro nombre
el vaivén de la marea no arrancará mi huella de la arena
miraré de nuevo la puesta del sol
un día descubriré -por fin- el rayo verde en el horizonte.
Un día dejaré de esconderme detrás de la luna.
Un día, no sé cuándo, pero un día
la espuma dejará de ser el rastro de una popa llena de nostalgia
y
me sostendré de pie, en la proa, dejando que el viento me despeine.