Para mí, cada ciudad tiene una esencia y por su puesto un olor único, es fácil identificarlo cuando regresas después de cierto tiempo.
La ciudad donde nací emana un aroma particularmente hermoso durante la temporada de lluvias (los meses de verano). Es una combinación de tierra mojada y hojas verdes que se lleva el calor y nos deja una humedad fresca, reconfortante. Quienes han estado en climas tropicales sabrán que la manera de llover es fuerte, intensa, del tipo que borra los naufragios de la mente, esos aguaceros que se llevan la ansiedad… Así llueve aquí… densidad, relámpagos, cielo que gruñe… y a pesar de sus formas tormentosas a mí me calma… Y no sólo la lluvia… el agua en general; es mi elemento… y así, cuando me dejo fluir por sus encantos me siento en armonía.
Hace unos días mi sobrino se encontraba en el patio de su casa mientras yo, que estaba de visita, cortaba limones de uno de los árboles. Él jugaba en una alberquita de plástico de buen tamaño. Cuando me acerqué me vació un balde de agua que tenía preparado y escondido para sorprenderme. Grité porque no lo esperaba y segundos más tardes comencé a reír junto a él que se carcajeaba. Me quité sólo los zapatos y me metí a la pequeña piscina con él. Estuvimos jugando y yo me sentí como niña; como aquellos veranos de mi infancia en los que mis hermanos y yo corríamos en los charcos, hacíamos guerra de globos con agua, castillos de lodo y corríamos descalzos bajo los aguaceros sin que las piedras nos enfadaran -lo pienso y casi percibo el aroma de la lluvia-
Ayer fui a correr por primera vez desde que llegué hace algunas semanas. Me dirigí al parque grande de la ciudad y cuando llegué el agua hizo su aparición. Al principio pensé en regresar a casa… me voy a mojar los tenis que son nuevos… hay mucho lodo… los audífonos se me pueden descomponer… me dará frío… el suelo se pondrá resbaloso con las hojas… mi ropa recién lavada... Pero fue más fuerte el instinto -no sé qué tipo de instinto- que debatió qué divertido qué chido hace cuánto no te bañas en la lluvia sería lindo correr en ... y así aun antes de decidir quedarme o no mis piernas ya habían tomado su propia carrera.
Mis pulmones se inundaron de aroma a eucalipto mojado mientras las gotas gordodotas caían sobre mi espalda. El frío del agua contrastaba el calor de mi cuerpo- Calidez. Una sensación familiar pero recreada… tal vez más intensa pues estaba consciente de ese momento, del presente, del sentir, de mi pensamiento y del milagro de la naturaleza que mi alrededor se abría paso. Yo veía los árboles menearse en el viento y no sentía el más mínimo miedo de que un rayo se interpusiera en mi camino. Me sentía protegida de alguna manera. Sentí un placer casi primitivo… como si todo mi ser se liberara en emociones y en sensaciones físicas los charquitos salpican mis pies en cada salto el agua golpetea mi rostro yo lo alzo para recibirla como parte de mí me vierte me hace líquido hasta la tierra de la que soy parte me vuelvo eucalipto, suelo, flor, hojas, sonrío a la persona que viene en dirección contraria corre también nos miramos en complicidad porque también lo está viviendo me conecto con esa persona con el universo me siento libre más libre aun. No hubo cansancio. Sólo euforia.
Cuando terminé estaba empapada en una mezcla de agua, sudor y lodo pero no tenía ningún nerviosismo por limpiarme. Con calma entré al coche que ya me hizo contraste con el espíritu natural en el que minutos antes me encontraba. No importa. Llegué a casa y aún llovía. Desde la ducha seguí escuchando los hilos que escurrían entre las paredes externas. Serenidad.
Aunado a la experiencia de ayer reflexioné que no importa el lugar donde me encuentre… no importa qué tan «monótona» pueda ser esta ciudad… lo esencial está en todas partes, mientras sepa vivirlo plenamente, con los sentidos dispuestos, con la curiosidad por vivir y revivir vivencias; siempre serán diferentes, en cualquier rincón de este mundo hay mucho, mucho por conocer, descubrir, hacer, por disfrutar.
Hoy, 24 horas después, llueve, como suele suceder en las tardes de verano. La lluvia acompaña este momento en el que escribo con estas ganas de platicarles lo de ayer. Y todo se siente bien. Y todo está bien.
Un abrazo lleno de lluvia cálida tropical.