-Fuiste tú, ¿verdad?
-¿Yo qué? ¿Qué tienes, por qué estás llorando?
-Acabo de hablar con Mau. No le ha ido bien, nada bien.
– Yo solamente…
-¿Lo maldijiste?
-Mmm… sí… sí lo hice
-¿Pero por qué? ¿no entiendes que yo no puedo ser feliz si él está mal?
-No pude evitarlo. Estoy muy molesta por lo que te hizo
-Pero a mi no me hizo nada, ¡al contrario!
-Es que estás ciega, ¿no ves todo el daño que te ha causado?
– El único daño que ha hecho es el que se ha provocado a sí mismo, no lo entiendes, yo estoy bien, pero necesito que él también lo esté, quiero que lo perdones, que lo bendigas y que pidas por él
– Puedo perdonarlo pero no puedo pedir por él
-Tienes que hacerlo, es la única manera en la que podrás contrarrestar la mala onda que le echaste… yo no tengo tu poder…
Miranda bajó la mirada aceptando su error. -Eres tan poderosa como yo, pero aun más, porque lo amas, dijo tomando las manos de Patricia quien en ese momento dejó de llorar. Entonces las dos comenzaron a orar al unísono.
Ser Patricia … un regalo, Zuri. Rezaré yo también.
Un abrazo
Preciosas palabras Enrique
Eres grande!!!
Ojalá todos fuéramos conscientes del poder que tenemos con sólo creer.
Abrazos desde el Caribe.
Exactamente!! es un poder muy grande!!! la fe es poderosa!! gracias por tus palabras. Un abrazo y bendiciones!