Después de varios días pegado a la computadora las únicas conversaciones que Victor sostenía eran consigo mismo
-¿Desayunas?
-aun no. Cien frases más
-no has comido en toda la mañana. Tienes hambre.
-ahorita preparo el café
-ya no hay café, ni comida. Sal. Ve por algo
Terminó de escribir la oración correspondiente, bajó la pantalla de la laptop, estiró los brazos y se dispuso a salir.
La puerta se cerró detrás de sus pasos inquietos. Iba tan inmerso en sus pensamientos que no se dio cuenta de la frescura del viento. Tampoco notó que la niebla había cedido y la montaña podía finalmente verse. Lo único que pasaba por su mente eran palabras, definiciones, ¿en qué contexto? ¿cómo suena mejor?… Mecánicamente llegó a la cafetería. Abrió la puerta y se dirigió hacia la mesa más apartada. No saludó ni estableció contacto visual con nadie.
-Café Americano -No. Sin azucar -Si, con mermelada. -Gracias Dijo a la mesera esforzando una sonrisa de cortesía.
Sacó de su bolsillo un cuadernito de notas y se puso a hacer cuentas. 1150. En ese punto de la traducción necesitaba completar 1150 frases al día para terminarla a tiempo. Se sentía exhausto y pensar que apenas iba a la mitad lo desanimaba.
-Pídeles más tiempo, te dirán que si
-No. Yo dije que 8 días eran suficientes y así será
-Eso es puro orgullo, qué necesidad tienes de…
-Señor, ¿me das una hoja?
Una vocecilla sacudió a su concentración. Le tomó unos segundos volver al escenario real.
Levantó la mirada y vio a un niño que le sonreía
-¿Cómo?
-que si me regalas una hoja
-Per… para…
-para hacer un dibujo
-pues… si bueno pues, te doy unas hojas, pero no tengo colores
-ah mi mamá trae siempre y también libro para colorear pero no trae un cuaderno como este
-Ya veo. Oye pero las hojas están muy chicas
-Yo sé dibujar miniaturas
-Ok. Ten ¿Cuantas hojas quieres?
La madre del pequeño se acercó -disculpe la molestia – no es nada -ven Edi deja desayunar al señor -está bien, no se preocupe –¿seguro? dijo sentándose en la mesa de al lado mientras sacaba de su bolsa cuatro colores.
-¿Viene usted a menudo a este lugar?
-No… Victor se volteó por un momento enfocando un punto en la ventana. De repente sintió el impulso de levantarse y e irse a casa a seguir traduciendo… pero en cambio dio un profundo respiro y regresó la mirada hacia ellos.
-En realidad es la primera vez que estoy aquí… ¿Y ustedes? Preguntó sonriendo, naturalmente.